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NOVEDAD EDITORIAL

jueves, 5 de junio de 2008

El PRINCIPAL PROBLEMA AMBIENTAL DE LA ARGENTINA. EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL

Cada 5 de Junio, aparece en el escenario periodístico la tentación de identificar cuáles son los principales problemas ambientales de la Argentina. A esa tentación le sigue otra: compartimentar lo ambiental por elementos de la naturaleza (agua, tierra, aire, etc) y encaminar la búsqueda de la respuesta por ese lado. Esto va exactamente en dirección contraria a lo que es recomendable adoptar como principio, en una materia como la ambiental que es diversa (por eso se complejiza) y que requiere de una visión integral. Para los que opinan, por ejemplo, que el principal problema ambiental es el de los Residuos, cabría a su vez preguntarles cómo puede jerarquizarse de esa manera un problema (que por otra parte es totalmente real), sin detenerse a pensar cómo ese mismo problema no impacta en otros grandes temas como el agua, el aire y la tierra. Lo mismo podría decirse respecto de otros factores que se toman en forma aislada como la pobreza, el avance incontrolable de la frontera agropecuaria sobre los bosques nativos, la contaminación de los acuíferos y tantos más. Mirar el ecosistema como tal, implica hacerlo con un criterio holístico y la herramienta de gestión política que mejor calza en ese sentido es la del Ordenamiento Territorial. Allí está el verdadero déficit de la política ambiental de la Argentina y con esa lente deberían leerse casi todas las cuestiones que impactan en nuestro ambiente: desde el insólito ataque de humo que se depositó sobre la atmósfera porteña, por la quema de pastizales en el Delta, hasta llegar al mismísimo conflicto con el campo.


Adivina adivinador
Entre las fuentes consultadas para escribir esta columna, merece citarse un documento que en alguno de sus párrafos afirma: “…se observa que en los últimos años la Argentina ha acentuado sus desigualdades internas: mientras las regiones centrales (región metropolitana y pampeana), concentran más del 75% del capital productivo agrícola e industrial, la mayor masa de trabajadores y de capacidad científico-tecnológica, las regiones periféricas entran en un círculo vicioso de declinación. La brecha que separa las áreas dinámicas y las áreas marginales se amplifica; en ese contexto desaparecen las relaciones de complementariedad instalándose un proceso de urbanización hegemónico que vacía las regiones pobres, debilita el campo y contribuye a la fractura interna en las ciudades, cada vez más
grandes y anárquicas.” En otro tramo del mismo documento se lee “Argentina tiene grandes desequilibrios económicos, sociales y territoriales que dificultan la realización de un modelo de organización interna equilibrada y sostenible y de una calidad de vida digna para su población.” Al finalizar este diagnóstico se alerta que “… aparecen como totalmente superadas las acciones vinculadas a las teorías de los polos de desarrollo; la de los polos de desarrollo industrial, la de los ejes de desarrollo, la de la política regional -desde arriba-, que no son capaces de dar respuestas a la gestión de los nuevos procesos desencadenados recientemente en el territorio. El riesgo reside en ignorar estos procesos, en no intervenir en ellos en forma oportuna o en no prever los desequilibrios territoriales y ambientales que pueden ocasionar y sus respectivos costos económicos.”
El documento en cuestión se titula “Argentina 2016, Política y Estrategia Nacional de Desarrollo y Ordenamiento Territorial. Construyendo una Argentina equilibrada, integrada, sustentable y socialmente justa” y su autor no es el Banco Mundial ni ningún tanque de pensamiento de la oposición, es el Ministerio de Planificación Federal Inversión Pública y Servicios y su versión completa puede consultarse en:
http://www.minplan.gov.ar/minplan/pet/doc/argentina_web1.doc. En este mismo documento se alude a la necesidad imperiosa de que se sancione una Ley Nacional de Ordenamiento Territorial, que aún brilla por su ausencia en nuestro marco legal.

Territorio y Ambiente
Si la dirigencia (en todas sus capas y niveles) entendiera más allá de los discursos y documentos ya generados, que el Ordenamiento Territorial es la base para encausar las mejores intenciones en materia de protección ambiental, se evitaría la duplicación de esfuerzos y el consecuente desgaste. En tanto ello no ocurra, proyectos como el “Argentina 2016…” arriba citado, serán letra muerta y como en el juego del gran bonete, cada cual seguirá atendiendo su juego. Como por ejemplo los sectores beneficiados con la biotecnología de la nueva generación de semillas, que cargan toneladas de agroquímicos que el suelo se saca de encima hacia abajo, donde los acuíferos a su vez reciben esta pesada herencia que según la ubicación de esos cursos subterráneos de agua, pueden quedar recirculándose en las arenas puelches, de las cuales se abastece de agua para consumo humano a buena parte del conurbano. En otros casos esos acuíferos pueden descargar esos agroquímicos en algún gran curso hídrico, como pasa con el Paraná y el Uruguay, los dos ríos que tributan sus aguas en el Río de la Plata. Un adecuado ordenamiento territorial también hubiera puesto límites al corrimiento indefinido de las pasturas para engorde de la ganadería, situadas cada vez más lejos de los centros de consumo con el lógico encarecimiento que ello implica. Todo ello en un país que según el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), tiene un 75% de su territorio en condiciones de aridez o semiaridez, pero que aplica cultivo intensivo en el 25% del territorio restante, llegando casi a la categoría de monocultivo.
Esta agenda no tiene el marketing de un tractorazo pero más temprano que tarde la cuenta llega y hasta aquí siempre la pagamos los mismos.



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