Por Gustavo Márquez
El conflicto con Uruguay por el control ambiental de la pastera UPM-Botnia; las travesuras jurídicas de los gobernadores de provincias mineras como San Juan que harán todo lo posible para impedir la plena vigencia de la Ley de Protección de Glaciares y la situación de la basura en los cordones urbanos más densamente poblados del país como Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense, Córdoba, Mar del Plata y otro puñado de grandes ciudades argentinas, son las mayores hipótesis de conflicto que los estrategas de campaña debieran evaluar para las presidenciales de 2011.
Basta mirar los alrededores de la Argentina de hoy, para darse cuenta de que la actividad política registra con mayor contundencia cada día, el ondulante corcoveo de los conflictos ambientales. No es casual que uno de los tantos encuentros para reflexionar sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires, anuncie la presencia de Antanas Mockus, el candidato presidencial de los verdes colombianos en las últimas elecciones, quien será entrevistado en un reportaje público por Eduardo Anguita, el director del diario Tiempo Argentino.
Aún resuenan en Brasil, los comentarios que mereciera de parte de los analistas más variados, la sorprendente performance del Partido Verde en la primera vuelta de las presidenciales del país verdeamarelho, donde Marina Silva la compañera de ruta del legendario Chico Mendes, se erigió en árbitro entre las dos grandes fuerzas políticas mayoritarias de nuestro vecino. El propio Presidente de Chile, Sebastián Piñera, estuvo más que rápido de reflejos cuando se montó en la incubación de una nueva catástrofe ambiental con 33 mineros en riesgo de muerte, para apostar fuerte y salir fortalecido, luego de soportar las consecuencias de otro empellón de la naturaleza: el terremoto de Arequipa que a comienzos de año se llevó la vida y los bienes de varios centenares de chilenos, exponiendo a la luz algunos datos aún intactos del viejo Chile de las dos clases sociales.
En un sentido o en otro la agenda política tradicional, esa en la que el agua potable, la basura, la minería, las inundaciones, y algunos etcéteras, eran temas de la OBRA PÚBLICA, debe admitir ahora que el paradigma ha cambiado y deberán seguramente acostumbrarse los decisores públicos (desde la Presidencia hasta la última de las intendencias), a que la agenda ambiental llegó para quedarse y ya no es privativa de cuatro iluminados recién llegados de una cumbre de Naciones Unidas.
EL DEBATE DE SIEMPRE: QUE HAY DETRÁS DE LO AMBIENTAL
Luego de la Cumbre de Río 92, donde nace el concepto de Desarrollo Sustentable, el ecologismo y el ambientalismo fueron estigmatizados por la gran mayoría de la izquierda latinoamericana, como un nuevo Caballo de Troya que los países desarrollados ponían en el debate, para distraer a la comunidad internacional de los viejos temas de la agenda social, económica y política. “quieren hacernos creer que debemos cuidar los pajaritos y las flores, mientras ellos siguen depredando en nuestras narices. Después nos pondrán ecobarreras para que nuestros productos no entren en sus mercados pero sí los de ellos en los nuestros, dado que seguramente traerán alguna etiqueta verde que le da confianza a nuestros consumidores”, supo decirme en un congreso en Río de Janeiro un colega carioca. El rol del sistema amazónico como equilibrador térmico y pulmón que absorbe los gases responsables del cambio climático, fue eje de una controversia que llega hasta hoy, pero con un dato de la realidad del cual Marina Silva es un testimonio vivo, porque el discurso de la izquierda fue mutando de aquel escepticismo sobre la utopía ambiental como cortina de humo, a este modelo 2010 con lo ambiental como el principal eje para ponerle límites a la ambición desenfrenada de las empresas: ahí encaja como traje a medida el eje del conflicto con las mineras y con UPM-Botnia, dos de los grandes temas de la agenda política argentina de hoy.
LA COMUNICACIÓN ESA CLAVE
Desde una perspectiva comunicacional, los conflictos por UPM-Botnia y por las mineras, recortan una identidad fácil de poner en el afuera de la cadena de valor del sistema político, basta que la presión social aumente, para que en orden proporcional a ello el estado tenga la potestad de correrse del centro de la escena y dejar al actor empresa como el demonio de la historia. Lo demás puede corregirse rápidamente para que los conflictos menores que orbitan en torno al principal, encuentren su sincronía rápidamente. En el caso de la pastera finlandesa, el gobierno podría apelar a un plan B que fuese corriendo a Uruguay como contraparte, para situar a UPM-Botnia como blanco del encono público, sabiendo incluso que hay en la misma opinión pública uruguaya algunas grietas por donde filtrar discursos que hagan rever al pueblo oriental su posición de “tolerancia ante una contaminación de pequeña escala”. Si las fotos de las que se habló tanto últimamente existen y el líquido que vuelca la planta de tratamiento de la pastera de Fray Bentos, tiene los colores y sobre todo el tenor químico del que también tanto se ha comentado, el eje Argentina-Uruguay-La Haya podría ser reemplazado por otro del tipo: redes sociales rioplatenses-redes sociales europeas-redes sociales globales. Un mix comunicacional con nuevas herramientas funcionando, para saltar los cercos informativos clientelísticos de la Comunicación Hegemónica. El propio canciller argentino Héctor Timerman, tuvo un bautismo de fuego con estos nuevos canales directos de comunicación cuando tras su primera reunión con los asambleístas de Gualeguaychú, salió rápidamente a tweetear rompiendo el cerco informativo de los medios de comunicación tradicionales. Con esa medida se consiguió una carambola a dos bandas: romper el cerco de algunos medios argentinos que venían fogoneando una discreta operación para correr el eje discursivo hacia el pesimismo y desactivar también una fuerte acción promovida por voceros de la pastera que están acostumbrados a manipular a los medios uruguayos, sabiendo que eso rebota en el acto en esos mismos medios argentinos referidos antes.
Próximas notas: LA BASURA; El factor oriental: China e India
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