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NOVEDAD EDITORIAL

domingo, 30 de mayo de 2010

CADA COSA EN SU LUGAR

Por Gustavo Márquez

A nadie en su sano juicio se le ocurriría diseñar una casa en donde el inodoro se coloque al lado de la heladera, las camas en el baño de servicio y la cisterna para el agua potable al lado del pozo ciego. Sin embargo eso que no hacemos ni haríamos a nivel individual, sí lo hacemos a nivel social, a nivel país. Por eso el Río de la Plata es tanque de agua e inodoro para porteños y algunos bonaerenses, lo mismo que el Lago San Roque para la mitad de los cordobeses. Por ello también el basural donde deposita sus residuos la ciudad de San Martín de los Andes, está en pleno Parque Nacional Lanín y es … a cielo abierto, como ocurre con el 80 % de las ciudades del interior profundo de la Argentina, que depositan sus residuos a cielo abierto. Damas y caballeros, de eso trata el tema del ordenamiento territorial, que sin lugar a dudas y por si no queda claro, es el principal problema ambiental argentino. La carencia de un ordenamiento territorial adecuado es la matriz que parió a varios monstruos como la Cuenca Matanza Riachuelo, el CEAMSE, la cuenca del Reconquista (la segunda más contaminada del territorio bonaerense), y así podríamos enumerar un puñado de temas más que demuestran lo poco afectos que somos los argentinos a una de las prácticas más saludables que puede exhibir la maduración de una sociedad: la planificación. Buenos Aires, la ciudad con mayores recursos económicos y con indicadores que la sitúan en un mismo nivel con otras urbes del primer mundo, tiene un talón de Aquiles emblemático en este sentido: el Plan Urbano Ambiental. Pasaron gobiernos de distinto signo político por la capital de la Argentina, y ninguno de ellos logró lo que fuera el sueño más ambicioso de los constituyentes que crearan la Ciudad Autónoma que por si no se sabe, por ello tiene un Jefe de Gobierno y no un gobernador. Ese sueño era y es el de contar con un Plan Urbano Ambiental, que surgiera de un proceso de consulta y participación ciudadana a tono con una metrópolis con la realidad cultural de Buenos Aires y su enorme tradición política y social, de donde –por ejemplo- salió electo Alfredo Palacios el primer diputado socialista de América Latina.

CUANTO PEOR, MEJOR

Esta carencia de no medir las consecuencias por una una mala ubicación del inodoro, del tanque de agua y del tacho de la basura, fue pasando desapercibida para gran parte de la sociedad por una razón paradójica que podría sintetizarse en el “cuanto peor mejor”. Durante décadas y décadas el país no sólo no creció sino que retrocedió, lo que disimuló las carencias de la infraestructura. A partir de la recuperación económica sostenida registrada desde 2003 hacia aquí, el fenómeno de la contaminación volvió a asomarse a la agenda pública con datos novedosos como la fuerte presencia de restos de agroquímicos en los cursos de agua, fruto de los nuevos métodos de agricultura intensiva. La situación será “peor cuanto mejor” nos vaya y no solo a nivel de la actividad productiva sino también en la infraestructura urbana, donde la fuerte inversión en redes domiciliarias de agua potable no será un buen dato para la salud de la gente si ello no va acompañado con un comportamiento simétrico en redes cloacales y en la punta final de este proceso: las plantas depuradoras. Esto último no es una exquisitez técnica, es un dato de fuerte incidencia en la agenda pública de los últimos decenios: fue la no construcción de la famosa Planta Depuradora de Aguas Negras (palabras textuales del documento emitido por el Banco Mundial previo a la privatización de Obras Sanitarias, luego Aguas Argentinas y hoy AYSA), lo que hizo caer en incumplimiento a dicha concesión con los resultados de vuelta del sector a la órbita estatal. La falta de procesamiento a los líquidos cloacales vertidos en el Lago San Roque, fue lo que llevó a ese hermoso espejo de agua a su casi muerte biológica (hoy revertida con la solución de dicho problema). Son los desechos cloacales los que más han contribuido, junto a los industriales, en el deterioro de la cuenca Matanza Riachuelo y es el emisario Berazategui, con su impresionante cantidad de metros cúbicos de efluentes cloacales y otros el que más compromete la margen sur del Río de la Plata según informes ya citados en esta página sobre el estado de estrés ambiental que registra este curso binacional compartido con nuestros vecinos del Uruguay.

Sería necio no reconocer lo que se ha avanzado en la Argentina del último lustro en materia de agua potable y cloacas, pero los desafíos continúan a la vuelta de la esquina y siempre el patrón de comportamiento social será el mismo: qué visión de país tenemos a 30 y 50 años vista para entonces tener más claro que el inodoro debe estar en el baño, el tanque de agua a suficiente distancia del pozo ciego y la basura, separada, clasificada y disminuída en su volumen, pero nunca debajo de la alfombra.

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