Cuando percibas que hace falta la comunicación, tal vez sea tarde para hacerlo


NOVEDAD EDITORIAL

martes, 20 de abril de 2010

AUNQUE LA HAYA NO SEA EL PARAÍSO…

Por Gustavo Márquez

La Clase Obrera va al Paraíso, es un film representativo del más clásico cine político italiano, que tuvo la rara virtud de desdramatizar el complejo mundo de las relaciones laborales. Como en la recordada película de Elio Petri en la que Gian María Volonté personifica a un pulcro obrero metalúrgico, cuya vida cambia para siempre a partir de un accidente laboral, puede decirse que a partir del “caso Botnia” y mal que le pese a quien le pese, hay de aquí en más un antes y un después. La divisoria la marca justamente, la toma del puente internacional que une Argentina con Uruguay por parte de la población de Gualeguaychú. Aquel nublado día de 2006, marcó la irrupción de la sociedad civil en el escenario nacional y el ascenso del tema ambiental en la agenda pública. Tras ello se desencadenó un proceso que jerarquizó el rango de la misma Secretaría de Ambiente de la Nación y derramó hacia las jurisdicciones locales, con una catarata de secretarías ambientales que emergieron sobre la faz de la tierra gubernamental, aún en los municipios menos pensados. ESTE ES EL GRAN RESULTADO POSITIVO QUE DEJA EL CASO BOTNIA. El fallo de la Corte de La Haya pertenece a otra dimensión que no es menor, pero que no incide ni puede modificar un proceso ya puesto a rodar: la construcción de ciudadanía en el camino al ejercicio pleno de derechos civiles que son insoslayables.
Habitualmente se cae en el lugar común de que la Argentina está 20 años atrás en la política ambiental, respecto de los países del Norte. Aún tomando esto bajo beneficio de inventario, bueno es repasar que en aquellas latitudes, ha sido la sociedad civil la que desempeñó un rol central, al cristalizar en opinión pública muchas de las banderas que izaron los ecologistas primero y los ambientalistas luego. Si se lo ve desde el prisma de la Comunicación el eje Botnia-Gualeguaychú-La Haya,también permitió romper un círculo vicioso en el que a falta de interés de los ciudadanos, había escaso registro por parte de la política y un nulo impacto en los medios de comunicación. El caso Botnia rompió ese círculo vicioso y permitió trazar las primeras huellas de un círculo virtuoso en el que la dirección de los vientos comenzó a cambiar y entonces la locomotora de la opinión pública arrastró a los vagones de gobiernos, medios y por qué no también, de las empresas. Así se desandó el camino en Europa y los EE.UU y así parece que ocurrirá aquí también. Como siempre, …¿como nunca?

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