1. No hubo mando único. Se habla peyorativamente de la sociedad política que conforman la Presidenta y su marido, pero también tiene sus ventajas como por ejemplo la de establecer un juego de roles de discurso blando y discurso duro, que evidentemente no existió. Se vio otra cosa: una superposición de roles y discursos en el que ambos se enredaron. El gobierno enfrentó a una estrategia de comunicación muy bien pensada, surgida de un mando único donde nadie de los cuadros medios hablaba sin ser autorizado por los 4 referentes de la Comisión de Enlace. Ni siquiera las apariciones de Alfredo De Angelis fueron inorgánicas, formaron parte de ese juego de buenos y malos, duros y negociadores, establecido de antemano.
2. Discurso de aglutinación de adversarios. La estrategia de comunicación empleada por el Gobierno, terminó haciendo lo contrario de aquel precepto inglés del “divide y reinarás”. Hay tantos matices segmentados de comunicación como partes se agrupan en la vereda de enfrente. Y en la vereda de enfrente había grietas por dónde ensayar estrategias diferenciadas.
3. El eje de discurso centrado en la Sociedad Rural es anacrónico. Ha pasado mucho tiempo desde los paseos en carroza de Onganía y Videla, sobre la arena de la SRA en Palermo, que muchos de los jóvenes clase media de hoy, no vieron y no sufrieron. A ese público (que fue el más dinámico con sus cadenas de e-mail), lo hubiera sensibilizado mucho más otro tipo de ejes como el ecológico, que se trata en detalle más adelante.
4. Subestimó el poder de fuego comunicacional de sus adversarios. El emblema de esto fue el mini 17 de octubre que le organizaron a Alfredo de Angelis, cuando nada menos que un sábado a la mañana y con todas las cámaras de TV nacionales en Gualeguaychú, montaron una parodia de arresto que terminó por empujar automáticamente a las calles de las principales ciudades del país, a las pocas cacerolas que aún no habían sonado.
5. Eligió muy mal a sus voceros. Luis D`Elía, Edgardo Depetris o Guillermo Moreno, no son precisamente un pasaporte para conquistar a la sensible clase media argentina, esa misma que Eduardo Buzzi radiografió al decir que “hay mucha gente que sólo tiene dos macetas en su balcón y se solidarizó con el campo”
6. No manejó los tiempos en la confrontación de discursos ni de actos. Esto quedó patéticamente al descubierto cuando en los dos actos de “cierre de campaña” del martes 15, le dejaron otra vez servido el festín a los noticieros televisivos de la tarde/noche, con el campo cerrando la jornada. Ninguno de los dos actos se inició a horario especulando con eso y el gobierno no tuvo un Plan B para introducir algún elemento novedoso que sacudiera la tendencia derrotista, que ya preanunciaban las concurrencias a cada acto.
7. No aprovechó los recursos comunicacionales disponibles. Sólo en los primeros meses del retorno de la democracia, allá cuando Raúl Alfonsín comenzaba a gobernar, se apreció una alianza tan fuerte entre un gobierno y un núcleo importante de artistas e intelectuales como los que puede mostrar el gobierno K. Desde el 11 de marzo hasta el 15 de julio, ¿no hubo ninguna posibilidad de articular una herramienta comunicacional con esos mismos artistas e intelectuales, que tuviese más punch que una solicitada?
8. Perdió la batalla por la comunicación informal (vía pública e Internet). Mientras los celulares acusaban fuertes huellas de las poco espontáneas cadenas de mail enviadas por los estrategas de la Comisión de Enlace ruralista, ninguna respuesta pudo advertirse por parte del gobierno ni de sus aliados. Un hecho pinta la orfandad oficial: en las adyacencias de la sede del PJ capitalino en calle Matheu, no hubo el menor temor por parte de entidades ruralistas como Pampa Sur, para empapelar muros y columnas en las narices del aparato de Néstor Kirchner.
9. No supo instalar el eje comunicacional que más contradicción genera entre la clase media y el Campo: el ambiental. Véase por ejemplo el texto enviado por el presidente de la FUNAM, Raúl Montenegro, que consignamos debajo de esta columna. ¿Cómo se hubiese sentido Alfredo de Angelis frente a sus vecinos de Gualeguaychú, ante una estocada comunicacional a fondo sobre las evidencias de toneladas de agroquímicos que los campos de Entre Ríos vuelcan en el río Uruguay?. Según expertos, este pasivo ambiental es muy superior al que podría causar Botnia.
10. Eligió un muy mal momento para enfrentar al Grupo Clarín. El grupo empresario comunicacional más beneficiado por la biotecnología agropecuaria, fue embestido de manera torpe y sin medir su contragolpe multimedia. Esto es tan evidente que no merece mayores explicaciones, hasta el cadete de un medio periodístico lo sabe.
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MONOCULTIVO DE CEREBROS
Por Raúl A. Montenegro
Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías.
Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero.
Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita.
Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte.
Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas.
Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales.
Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1.200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo.
Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados.
Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte.
Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena.
Qué duro es saber que miles de Argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja.
Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos.
Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana.
Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo.
Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía no nacieron.
Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan.
Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel.
Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja.
Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos.
Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado.
Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.
(*) Biólogo. Premio Nóbel Alternativo (Estocolmo, Suecia) Presidente de FUNAM (Fundación para la Defensa del Ambiente) Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) montenegro@funam. org.ar
www.funam.org.ar
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