El periodista Andrés Oppenheimer realizó un programa especialmente dedicado a desentrañar “Hacia dónde va la medicina” y no tuvo mejor idea que tomar como eje de su cobertura a Deepak Chopra, el eminente médico indio radicado desde hace años en California, a quien en 1990 la Revista Times reconoció como “uno de los Íconos y Héroes del Siglo”. Chopra es un ferviente defensor y divulgador de la medicina ayurvédica y a sus 61 años, le reconoció a Oppenheimer no haber probado en su vida un remedio, ni siquiera una aspirina. Pero más allá de lo personal, este hombre sobre quien se deshacen en elogios, innumerables referentes del mundo de la filosofía, la ciencia, la política, la medicina alopática (tradicional) y ni hablar de las medicinas alternativas, dejó frases que ayudan a entender el por qué de varias de las cuestiones esenciales que nos rodean. “El 80% de los remedios que se consumen en occidente no van al fondo de la enfermedad que buscan curar; el 32% de los pacientes hospitalarios de los EE.UU sufren de enfermedades fruto de la sobre medicación y la mayoría de las publicaciones científicas están financiadas por los laboratorios de la industria farmaceútica”, manifestó Chopra ante un azorado entrevistador que está vinculado a la crema y nata de stablishment americano (donde reinan los laboratorios medicinales).
Los detractores de Chopra le endilgan el imperio creado en torno a su figura (que reposa en las nada austeras geografías de La Jolla, California), un sitio ciertamente diferente de las inclementes calles de Calcuta, donde Chopra se crió. Pero hay una contracara a esas críticas, que por supuesto no dejan pasar por alto los fuertes honorarios que Chopra percibe por sus charlas, amén de las regalías que generan sus 28 libros que ya están traducidos a 30 idiomas: Nada de lo que dice y hace el Doctor Chopra tiene efectos colaterales ni contraindicaciones. A pesar de su fuerte sesgo oriental, el bueno de Deepak ha sabido asimilar una práctica netamente protestante de la sociedad estadounidense, esa que fundó Max Weber en su “Etica del Capitalismo” y que establece que no es ningún pecado ganar dinero. Los pecados (para quienes son creyentes), en todo caso están en el mal uso de ese dinero y en esto es en donde Chopra seguramente puede sacar una fuerte distancia ética, de algunas “empresas de la fe y la calidad de vida”, como los Pastores electrónicos que frecuentemente almuerzan en la Casa Blanca con la familia Bush o tantos vendedores de píldoras milagrosas que se publicitan a través del ¡Llame Ya!.
Chopra es además un habilísimo comunicador que a través de sus charlas convence y vence a los prejuicios (¡en Argentina hay para hacer dulce!) y sus libros son apenas una de las varias vías de contacto con un público que aguarda ansioso cada salida de algún título suyo.
En tanto, los seres de carne y hueso que nos levantamos y acostamos luchando con nuestras dolencias físicas y nuestras falencias espirituales, recibimos algunas señales de que se puede vivir mejor. El doctor Claudio Lam, un especialista en medicina china que también entrevistó Oppenheimer, dejó un mensaje esperanzador al respecto: “no hace falta ser millonario para meditar todos los días 20 minutos; no hace falta ser millonario para tener prácticas de vida más sanas como el respirar y comer mejor y caminar más”. Siempre encontraremos excusas para no hacerlo, como también hay excusas para no hacer tantas otras cosas que nos reconciliarían con lo mejor de nuestra especie. Para terminar, otra gran enseñanza de Chopra: “…cuando amamos generamos hormonas de poderoso efecto antidepresivo y rejuvenecedor. No hay medicina más efectiva que el amor”. Si él lo dice…
Recomiendo: “Conocer A Dios. El viaje hacia el misterio de los misterios”, una obra maestra de Chopra. De este libro dijo el Dalai Lama: “Felicito al Dr. Chopra por este libro maravilloso que toca el tema de la espiritualidad con una visión científica. Estoy totalmente de acuerdo en que si queremos cambiar el mundo, hemos de empezar por cambiarnos a nosotros mismos”.
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