Cuando percibas que hace falta la comunicación, tal vez sea tarde para hacerlo


NOVEDAD EDITORIAL

lunes, 28 de abril de 2014

QUIEN QUIERA OÍR QUE OIGA

Por Gustavo Márquez
La demostración de fuerza (otra más), que el pasado jueves 24 hiciera Ricardo Lorenzetti, al inaugurar la Oficina Ambiental de la Corte Suprema de Justicia, donde nucleó a propios y extraños para dar otra impecable pieza oratoria, en este caso sobre las distintas asignaturas pendientes que se registran en la política ambiental argentina, volvió a dividir aguas entre lo que vengo denominando el sistema mediático formal y la sociedad.
Desde que se perfilara entre los 80 y entrados los 90, un acentuado, silencioso y no menos importante proceso de recambio de dueños en los tradicionales medios de comunicación, nada sería igual bajo el sol de la información y opinión mediatizadas a nivel local. Para los jóvenes que hoy se inician en el periodismo, resulta una extravagancia tomar lista de apellidos como Goar Mestre, Romay, Neustadt, Timmerman, Cascioli, Ramos, Remonda, García Hamilton, Cetrá, Moyano, Marín, Naya y muchos más del campo audiovisual y gráfico. Todos ellos fueron reemplazados por fondos de inversión o holdings de quienes no se conoce a sus VERDADEROS DUEÑOS
Alguna vez supe acompañar a un importante representante diplomático de los EE.UU a una reunión con el entonces responsable de RRII de un multimedios muy poderoso de la Argentina, el tema era por demás conspirativo y me extraña que no haya aparecido en los “argenlinks”: la realización de un seminario de capacitación para periodistas sobre un tema en extremo peligroso: el ambiente (disculpen porque les deberé por siempre el “medio”, a pesar de todos los esfuerzos por imponerlo por parte de la RAE). Ese señor de apellido ruso, nos despidió con un aleccionador comentario sobre la titularidad de los medios y su futuro: “el tema es interesante pero tenemos que consultar porque es también un tema delicado, yo diría estratégico y en tal caso tenemos el deber de consultarle esto a nuestros socios principales: Goldman Sachs”.
Sepan respetar mi respeto por las fuentes pero quien desee más información sobre el tema, con el debido resguardo de esas fuentes, no tiene más que solicitarla. Las empresas periodísticas, de acá y del mundo entero, perdieron hace rato el norte de la opinión pública y más que informar al soberano, lo entretienen. Nos tienen entretenidos con lo urgente y nada se dice de lo importante y lo peor es que eso mismo vienen haciendo con complicidades diversas, repartidas entre los poderes del Estado y la industria, nada cultural, del entretenimiento.
En el caso de la Corte, hay un quiebre en esa perversa utilización de la zanahoria mediática y es la propia institución que rige los destinos de la Justicia, la que ha comenzado a evitar las intermediaciones de esos comedidos que hacen un deporte del juego del teléfono descompuesto. Viene ocurriendo con la televisación de las Audiencias Públicas más trascendentes, convocadas por el máximo tribunal como el caso de las que se realizaran a propósito de la ejecución del fallo por el caso de la contaminación de la cuenca Matanza Riachuelo y también, asistimos a una impecable televisación de la audiencia pública previa al fallo por la constitucionalidad de la Ley de Medios. En ambos casos la Corte saltó por encima de los “comedidos” y puso sobre la epidermis de la sociedad lo que cada parte y sus testigos, decidieron argumentar en favor de cada postura. Sin cortes comerciales ni imágenes editadas tendenciosamente.
Luego del sonoro ninguneo que el sistema mediático oficial, ha propinado a un acto histórico como el del jueves 24, prácticamente obviado por los formadores de opinión audiovisual de mayor raiting, sería bueno revisar si tan nobles intenciones como las de crear la Oficina Ambiental de la CSJ, no mereceN una estrategia de comunicación que actúe como un cros en la mandíbula de la sociedad, tal como lo reclamaba y definía Roberto Arlt a la misión de sus aguafuertes porteñas publicadas en aquel Crítica de Natalio Botana.
Tan reiterada como lucidamente, Lorenzetti subrayó en su mensaje ante un auditorio calificado que colmó los dos salones dispuestos a tal fin, que es necesario trabajar en la educación para que el cambio de actitud de los ciudadanos ante la situación preocupante del ambiente, sea de abajo hacia arriba. De esta manera, el sistema político se verá obligado a actuar aunque más no sea por imperio de las circunstancias, es lo que palabras más o menos expresó el presidente de la CSJ.
Que desigual combate es el que debe librar la educación si se toma nota de lo asimétrico de las fuerzas en pugna. Por cada mensaje sobre reciclaje y ahorro de recursos naturales que pueda enviar el sistema educativo, a nuestros niños, adolescentes, jóvenes y aún adultos, les llegan miles de autos que vienen por el carril contrario.
La ley de la obsolescencia programada de los productos y el paradigma del “eres lo que tienes”, resultan imparables, potentes, graníticos. La batalla también está perdida en el mundo mediático donde los mensajes ya no se envían direccionalmente, se viralizan. Los mejores escribas deben competir con los neurotransmisores de 140 caracteres del verbo más conjugado: el twittear.
La constatación más cruel de lo dicho es que el propio discurso de Lorenzetti, parece a estas horas un papiro del Museo Británico, pronunciado por Humboldt. De ese tambo sacan su leche los dirigentes que se amontonan en alianzas electorales, que según ellos no son electorales sino programáticas y ninguno puede exhibir un solo apellido de prestigio cuando se les pregunta por su referente ambiental.
Rara elipsis de un país donde las matrículas de las universidades públicas y privadas registran un aascendente curva de inscriptos para carreras de grado y especialidades de posgrado sobre temas ambientales.

Ni Orwell en sus noches más febriles, podría haber descripto un panorama tan paradojal donde los comedidos e intermediadores de la información van para un lado y la sociedad para otro  

domingo, 7 de abril de 2013

LA TORMENTA PERFECTA



LA TORMENTA PERFECTA


Por Gustavo Márquez

Termina una semana cargada de símbolos trágicos en la Argentina. Parafraseando a Roland Barthes cuando se refería a una obra teatral, hemos asistido a un “despilfarro semiológico”. Un muestrario de signos que connotan el verdadero estado de la sociedad argentina frente al tema ambiental. Hablo de sociedad para no dejar a nadie afuera, incluyendo a quien esto escribe. Dirigencia política, dirigencia empresaria, comunidad académica y científica y formadores de opinión (entre los cuales está el periodismo), fuimos tapados por el agua en sentido literal e intelectual.
Frente al sol que sale y sobre la humedad del hecho consumado, vale la actitud de los sabios pueblos que se levantaron de sus catástrofes para aprender lo primero, eso que alguna vez escuché de labios de Antonio Brailovsky. “La catástrofe es la manifestación social de un hecho natural”.
Desde 1995 cuando tuve la oportunidad de conocer a Osvaldo Canziani y luego de más de 10 entrevistas e incontables consultas periodísticas que le realicé a este “Discépolo ambiental”, aprendí a volorar su coherencia de vida. Con gente como Canziani, con señores como él cobra sentido aquella humilde enseñanza de mi padre ferroviario: “doctor se hace, señor se nace”.
¿Por qué tomo a Brailovsky y Canziani como dos signos connotadores de contenido para iniciar esta reflexión? Porque en ellos, como en otros insignes argentinos como Bruno Ferrari Bono –uno de los mayores expertos en recursos hídricos de la Argentina y el mundo-, se explica buena parte de por qué nos pasa lo que nos pasa.
De golpe, como un nirvana mediático de superficialidad insuperable, los productores, cronistas y entrevistadores que hasta hace unas horas seguían frenéticamente el ritmo del dólar blue y los fondos buitres, ahora se ocupan de fatigar oídos, ojos y finalmente la atención del ametrallado ciudadano, con repetidas entrevistas a Canziani y Brailovsky. Nos tapan de información para que finalmente abunde la desinformación, como ya lo alertara hace tiempo Giovanni Sartori, un señor que de opinión pública algo sabe. Y así venimos desde el origen de los tiempos por lo menos en el terreno de los medios formadores de agenda (separo explícitamente de ello a la prensa especializada). Corren detrás de las noticias y eso en materia ambiental es un plazo fijo con una sola moneda de cobro: el fracaso.
Al igual que la clase política, si no cambian llegarán siempre tarde. No en vano los dos planetas: el mediático y el político se parecen tanto hasta el punto de mimetizarse uno con otro dialécticamente. La confusión es tal que hasta algún colega que trabaja de funcionario ambiental en La Plata de lunes a viernes, los fines de semana se vuelve a poner el traje de periodista y fustiga profusamente a cuanta administración política ambiental haya, salvo por supuesto los enormes huecos de la gestión Bruera, que ahora quedaron expuestos con brutal crudeza. ¡Jamás se escupe hacia arriba!, también me inculcaron de muy pequeño
Cuando hace falta y sólo por ello, se acude a Canziani y cía. y cuando las aguas bajan, se vuelve a decretar el desinterés de la gente por estos temas y entonces los genios de hoy vuelven a la categoría de “plomos apocalípticos” de ayer, que espantan audiencia y no funcionan para el minuto a minuto. Hay productores periodísticos de fuste y conductores desprevenidos, que hasta hace unos días ignoraban que tanto Osvaldo Canziani, como Vicente Barros y algunos científicos argentinos más, ganaron el Premio Nobel a la Paz, junto a Al Gore en 2007, como integrantes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el tantas veces mencionado IPCC, que resultó co-premiado junto a Gore, por sus contribuciones a la instalación de la temática del Cambio Climático.
En 1999, me tocó organizar desde la revista Ecogestión que dirigía, el Primer Seminario Internacional sobre Comunicación Ambiental: La nueva agenda. El encuentro contó con la presencia de una distinguida colega del Discovery Channel (que auspició el evento junto a la Embajada de los EE.UU), Angela Swafford. Recuerdo varias circunstancias dignas de evaluar hoy a la distancia. La primera fue el marcado desinterés de los grandes medios de comunicación. ”Ninguna periodista por más Támesis que haya cubierto, vendrá a enseñarme lo que es el Riachuelo”, fue uno de los tantos comentarios que recibí de un colega que en estas horas pasadas no salía de su asombro ante la inundación de Buenos Aires primero y La Plata después. En aquél seminario y más allá de mis escasos méritos en su organización, descolló Osvaldo Canziani. Pasaron 14 años y el agua sube…
Es que la verdadera batalla cultural que libran las sociedades contemporáneas, es contra la manipulación de la información y sobre todo contra la estupidez del ego y de esa Hoguera de Vanidades escenificada por Tom Wolfe sobre la patria financiera, pero aplicable por extensión también a ese mundo mediático que uno de los padres del nuevo periodismo americano, tan bien conoce.
Atrincherarse corporativamente desde la patria mediática para victimizarse (también ellos), con el clásico laltiguillo de “ahora le tratan de echar la culpa al periodismo”, ya no tiene espacio salvo que alguien tenga tan devaluada su autoestima intelectual, como para seguir creyendo en estas falsas divisorias maniqueas.
Resultan esclarecedoras las palabras de Lester Brown, el economista que lidera el movimiento de la ecoeconomía y uno de los padres del concepto de “desarrollo sustentable”, que da nombre a tantas área ambientales de gobierno, cuando en una entrevista al diario El Mundo de España, reconoció el fracaso de instalación efectiva de este paradigma, el de la sustentabilidad. “Tal vez, afirma Brown, debimos haber hecho hincapié en el desarrollo insustentable que es el actual modelo y el que la gente ve y padece  con mayor claridad”
Lo cierto es que al igual que lo ocurrido con el crujiente  edificio de la economía neoliberal del Consenso de Washington,  al húmedo y recalentado modelo del desarrollo insustentable –enlazado filosóficamente con el primero-, hay que enfrentarlo con un cambio cultural en el que comprendamos que no es con el esquema de la pirámide invertida, sacralizado por el planeta mediático como se va a cambiar el proceso de decisiones de políticos y ciudadanos. Ambos actores son claves: los primeros por el nivel de prioridades que le imprimen a su gestión y los segundos (nosotros), por nuestro enorme poder para premiar y castigar, cuando votamos y cuando consumimos información.

martes, 1 de mayo de 2012

SOBRE MODELOS Y LECCIONES PARA APRENDER


Por Gustavo Márquez

En el mundo hipercomunicado de hoy, la variable ambiental puede funcionar como una válvula de escape para descomprimir, pero también puede ser el principal factor de desestabilización.  ESTA ES LA LECCIÓN QUE NO PUEDE IGNORAR “LA NUEVA YPF”
Desde que se blanqueó la iniciativa que finalmente pueda cristalizar en la expropiación de las acciones de Repsol, comenzaron a tejerse todo tipo de conjeturas sobre la “nueva YPF”. La primera cuestión que se lanzó desde diversas usinas fue la aparente dicotomía entre un presunto modelo chavista y un esquema mixto (inspirado en la gestión desarrollada en su momento por José Estenssoro). Como siempre en estos casos, se asomaron algunos sofismas que nos depositan en una falsa opción.  Valga señalar al respecto que Hugo Chávez acaba de anunciar la profundización de su alianza estratégica con China, para llegar al millón de barriles de crudo sacados de las entrañas de la cuenca del Orinoco. A esos sofistas, la vertiente boba del modelo se les escurre como agua entre las manos.  Pero más allá de esas consideraciones sobre la “nueva YPF”, se filtraron algunos datos de la realidad con los que se encontraron las avanzadas de la intervención y su cabeza de playa en la sede de Repsol/YPF en Buenos Aires.  Amén de los registros de lobistas, algunos de cuyos nombres corrieron como reguero de pólvora entre las redacciones de propios y extraños, también se sabe que hay suficientes evidencias sobre el absoluto desprecio que la alta gerencia española de la petrolera, venía manifestando respecto del área ambiental de la compañía.
Iguazú y Guanabara
Todos los datos, incluidos los que se vertieron en la columna anterior sobre el Caso Neuquén, son hasta acá parte de la solución al problema. MAÑANA MISMO, NI BIEN EL CONGRESO DÉ APROBACIÓN AL PROYECTO DE EXPROPICACIÓN ENVIADO POR EL EJECUTIVO, LA VARIABLE AMBIENTAL PUEDE ALISTARSE EN LA FILA DE LOS PROBLEMAS.
Ya que se habla de modelo y como también se sabe que Petrobras es uno de los espejos donde se miran los nuevos directivos de YPF, sería bueno desempolvar dos hechos traumáticos que padeció la petrolera brasileña con pocos meses de intervalo
En enero de 2000, la rotura de un ducto de Petrobras ocasionó el derrame de algo más de un millón de litros de crudo en la bella Bahía de Guanabara en Río de Janeiro. Seis meses después, en julio de 2000, un importante derrame de alrededor de 4 millones de litros de crudo, se desencadenó sobre la cuenca del Río Iguazú amenazando con llegar a las mismas Cataratas que brasileños y argentinos compartimos sobre el mencionado río. El episodio llevó más de 10 días para ser controlado y se originó en un desperfecto en la refinería Getulio Vargas de Petrobras, ubicada en la ciudad de Araucaria. El dato es que un tiempo antes de esta catástrofe, la misma Refinería había sido impulsada para recibir el Premio Nacional a la Calidad, por su performance en el cuidado ambiental. El estado brasileño aplicó entonces una multa de 56 millones de dólares a Petrobras, pero ello no impidió que la empresa se sumergiera en una fuerte discusión interna que la llevó a profesionalizar aún más su management.
Opte por un modelo de gestión u otro, la nueva YPF no puede correr el riesgo de perder el gran capital con el que nace: el de una marca muy querida por los argentinos (por eso Repsol no pudo quitar a YPF como imagen de marca de sus estaciones de servicios en la Argentina). Pero atención que aquello que costó muchos años conquistar, puede perderse en segundos y una vez roto ese contrato social, no se restablece fácilmente.





EL VALOR DE LAS ACCIONES DE REPSOL Y EL PASIVO AMBIENTAL



Por Gustavo Márquez 
El primer estudio realizado en la Argentina para evaluar el pasivo ambiental ocasionado por la actividad petrolera, arrojó un número que en su momento (hace 14 años) ya creaba un ruido: mil millones de dólares tomando solamente a la provincia del Neuquén.  En el estudio en cuestión, titulado “Emergencia ambiental, hidrocarburos, compensación y desarrollo sustentable en la provincia del Neuquén”, intervinieron expertos argentinos y extranjeros, sobre todo mejicanos y fue financiado por una donación de Naciones Unidas. Entre las empresas que ese informe sindica como las principales responsables del daño ambiental causado a la provincia patagónica, se menciona a la entonces Pecom (luego adquirida por Petrobras); Petrolera Argentina San Jorge y Repsol/YPF. El hecho de que el estudio fuera encomendado a un grupo de expertos de insospechada reputación y financiado por la ONU, quitó todo poder de argumentación a las entonces nerviosas cúpulas de las compañías mencionadas, una de las cuales llegó al límite de presionar y con éxito al diario Clarín, para que se silenciara a un columnista de su suplemento dominical económico, que había osado publicar la información apoyado en datos recabados entre los técnicos que habían elaborado el fatídico informe. Ello puede encontrarse rastreando la colección del diario allá por fines de 1999. Pero este caso testigo se mantuvo en el mayor de los secretos por el lobby desatado en dichas empresas, muchas de las cuales estaban en proceso de transferencia o venta, como el caso ya señalado de Pecom. En Neuquén este dato fue usado por la familia Sapag, que históricamente viene turnándose en el gobierno de la provincia, con distinta suerte. En la primera cumbre de Cambio Climático que se hizo en Buenos Aires, cuya denominación técnica responde a la nomenclatura de COP4, la provincia del Neuquén dispuso de una gran cantidad de folletos que explicaban sintéticamente este estudio financiado por la ONU (también organizadora de esa Cumbre Climática). Una sórdida guerra interna se desató en el recinto de la COP 4, ya que María Julia Alsogaray, por entonces máxima autoridad ambiental del país, habría mandado a bloquear dicha entrega de folletos, según bramaban por lo bajo los funcionarios neuquinos. Los opositores al entonces gobernador Felipe Sapag, sostenían que su estrategia consistía en ventilar este caso fronteras afuera –donde más sensiblemente corre la información hacia las cotizaciones de las acciones en las principales bolsas- y cajonear el informe puertas adentro de la provincia. Esta escena queda magníficamente retratada en las páginas del diario Río Negro del 14/09/98, donde se trata exhaustivamente el caso del fatídico estudio. Lo que no podía ocultarse mucho tiempo seguramente surgirá ahora cuando hay que poner otras cifras, los números que indiquen el valor de las acciones de una petrolera como Repsol, que en Comodoro Rivadavia solamente tendría 1.700 pozos abandonados a su propia suerte, dato que  se deslizara del informe que obra en manos del gobernador de Chubut, Martín Buzzi y que no ha podido ser desmentido por la petrolera española. Como tampoco hay opinión de las autoridades de Repsol ante la acusación formulada en su contra por Amnesty International en 2004, donde se le acusa de financiar unidades militares del Ejército de Colombia que cuentan con “relaciones comprobadas con grupos paramilitares”, como lo afirman Thomas Seifert y Klaus Werner en el Libro Negro del Petróleo.  
La doble moral que anida en el sistema financiero internacional, no acusa recibo de las causas humanitarias ni de la depredación de los recursos naturales. Solo resta esperar la segunda parte del leading case que comenzó con el estudio ambiental efectuado en Neuquén hace más de una década y observar cómo ello incide en el valor de los papeles de negocio, de una compañía a la que no le faltaron comedidos. Algunos con corona  que confunden lobby con hobby, y no saben a estas horas si tomar el primer vuelo a Buenos Aires o seguir cazando elefantes.



domingo, 29 de enero de 2012

HIPOCRESÍAS DEL ECOLOGISMO COOL

Por Gustavo Márquez


La agitación de las aguas mediáticas y sociales en torno a la actividad minera, reclama abrir las distintas capas de análisis que puedan encontrarse en ese otro gran yacimiento que es el de la opinión pública. Tal vez el que más importe a buena parte de los actores en juego. La batalla por ganar para cada uno de los sectores en pugna, es la de “qué piensa la gente”. Y la gente arma sus juicios de valor, con la información de la que dispone, que en la mayoría de los casos es insuficiente y además extremadamente sesgada. No es de extrañar siguiendo el razonamiento, que menos que juicios de valor, lo que se forma en el común de las personas son prejuicios. Cómo entender si no, que se abrume desde el discurso único de la agitación ambientalista con conceptos instalados que lejos de ser leyes indiscutibles, son precisamente prejuicios, a saber:

-La minería consume agua que pone en riesgo la provisión de ese vital elemento natural para las poblaciones circundantes a esos emprendimientos”. Error, contesta el ingeniero Néstor Cevinelli, de la Universidad Nacional de San Juán (Diario Tiempo Argentino del 29-01-2012, pág. 6): los tres proyectos mineros de Gualcamayo, Veladero y Casposo de mediana envergadura, consumen el 0,8% del agua de toda la provincia de San Juan y equivalen a las necesidades de riego de una explotación de 80 hectáreas de parrales para producir vino”. Para el lector interesado, aportamos otro dato de consumo hídrico: en su época de máxima producción y derroche de consumo de agua, la Curtiembre Yoma ubicada en Chilecito –La Rioja-, muy cerca de la conflictiva y mediática Famatina, aplicaba a su proceso productivo 7 millones de litros de agua por día a mediados de la década de los 90 (datos suministrados a quien escribe por profesionales que trabajaron en dicho establecimiento y que por razones de resguardo de fuentes se mantienen en reserva)

- Los glaciares andinos son los mayores tanques de agua de la Argentina” (muy utilizado por Fernando Solanas en sus continuas diatribas ambientales) Falso: el mayor tanque de agua de la Argentina, atendiendo a la cantidad de población que se sirve del mismo es el Río de la Plata y sus tributarios el Paraná y Uruguay, que registran fuerte presencia de fósforo y otros contaminantes derivados de la agricultura (Fte.:Análisis de Diagnostico Transfronterizo del Proyecto de Protección Ambiental del Río de la Plata y su Frente Marítimo –FREPLATA- www.freplata.org). Cabe agregar que según el mismo ingeniero Cevinelli, “la agricultura contamina 560 veces más que la minería” (Diario Tiempo Argentino del 29-01-2012, pág. 6)

-Podemos prescindir del oro pero no del agua”. Sofisma utilizado por la diputada Victoria Donda, cuya premisa es falsa de inicio (por eso la conclusión es un sofisma), ya que el oro no es el único metal que motiva a los emprendimientos mineros. Buena parte de esos emprendimientos mineros andinos se propone la explotación de un nuevo paradigma, el de las Tierras Raras. Esta categoría comprende a un conjunto de minerales que paradojalmente se aplican a la fabricación de productos ecológicos, como el auto híbrido japonés Prius, que según Miguel Grimberg (Diario Tiempo Argentino, 29/01/2012, pág. 26) “en cada unidad emplea 30 kilos de Tierras Raras”, o el caso también citado por Grimberg “de los imanes de alta potencia de las turbinas eólicas”, tan apreciadas y propagandizadas por la multinacional ambientalista Greenpeace. Muchas de esas turbinas eólicas, como las que fabrica el grupo Pescarmona en Mendoza, necesitan de vitales componentes de Tierras Raras, para funcionar y llenar de regocijo a los militantes verdes.

Podría citarse también el caso del litio, que es esencial para la industria de la telefonía celular por su presencia en las baterías de los dispositivos móviles, pero también en las pilas y baterías de computadoras personales y por si no se sabe… en los marcapasos.

Desinstalar los prejuicios no invalida reconocer en la minería una actividad cuyo potencial contaminante debe regularse y controlarse con la ley en la mano, pero no más ni menos que otras actividades productivas como el curtido de cueros, la agricultura, la ganadería, la actividad avícola y hasta el turismo que no por carecer de chimeneas deja de ser también un potencial impacto negativo para los ecosistemas.

Finalmente cabe darles la bienvenida al sector ambiental a tantas vacas sagradas del periodismo criollo que tras cubrir los escándalos de la farándula veraniega, abordan con tanta profundidad y solidez una agenda tan importante como la ambiental, sabiendo que el papel sobre el que vuelcan sus pontificias opiniones proviene de los bosques de Júpiter y que no hay ningún interés cruzado de esos grupos comunicacionales con actividades contaminantes. Podemos dormir tranquilos, estamos en buenas manos y sabemos que vamos ganando la batalla, ¿no Chiche?

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viernes, 1 de julio de 2011

HACE FALTA UNA SÍNTESIS Y UNA BURGUESÍA QUE LA IMPULSE

Facsimil del Edicto de Granada
que decretó la expulsión de los judíos
de España en el siglo XV

La era está pariendo un corazón,

no puede más,

se muere de dolor

y hay que acudir corriendo

pues se cae el porvenir

en cualquier selva del mundo,

en cualquier calle…

Silvio Rodriguez



Por Gustavo Márquez

Los Indignados españoles, parecen personajes de una obra maestra de Norman Mailer o Truman Capote, esos talentos del nuevo periodismo que alguna vez nos enseñaron que el relato puede construirse en un delgado hilo, que se teje entre continuos saltos adelante y hacia atrás. Madrid y Atenas, abren sus calles para que la protesta popular se extienda como un fluido vital, entre esas venas abiertas que las sociedades española y griega muestran al mundo. Para algunos argentinos, esas imágenes solo remiten a calles que tienen el encanto del turismo hacia Las Cibeles o el Partenón. Para otros argentinos, esas imágenes representan una familiaridad con un pasado de hace una década en otras calles y lugares de la Argentina, que hoy son disfrutados por turistas de todo el mundo y donde hace 10 años dejaron sus vidas 37 argentinos reprimidos por el gobierno de Fernando de la Rúa. Nuevamente los maestros del relato periodístico novelado, nos enseñan que esos saltos atrás, pueden tranquilamente ser un salto adelante. ¿Para dónde quiere ir la sociedad argentina? Cómo en las complejas fórmulas algebraicas hay que empezar por despejar los signos del polinomio y entonces llegar más tranquilos al resultado final.

La ausencia de burguesías nacionales

Ni España ni Grecia son países industrializados. Tal como lo indica su propia historia, España fue incapaz de traducir el oro de sus colonias en un puente que le permitiera entrar en la modernidad capitalista. Esos capitales migraron de España a Inglaterra para ser con posterioridad la razón de ser de la burguesía que impulsaría la Revolución Industrial. Previo a ello, hubo un cambio de paradigma energético de lo contrario la máquina a vapor no hubiera tenido alimento del cual nutrir a toda una actividad industrial y una nueva sociedad que se formó a su impulso. El carbón vegetal fue reemplazado por el coque, llegando así al vapor y de éste al petróleo. La sociedad occidental tuvo en la burguesía al nervio motor ya sea en la Florencia renacentista, la Londres metrópolis del parto financiero o las urbes alemanas que rápidamente pasaron a procesar acero. El mundo fue otro en poco tiempo. España, esa potente colonizadora de ultramar, se había privado de cambiar sus paradigmas y abortó a su burguesía transformándola en un nonato por el que hoy paga un alto precio. La España de la burbuja inmobiliaria alimentada por igual por socialistas felipistas y populares de José María Aznar, se encontró un día frente a un espejo que le devolvió su real dimensión.

Y POR ACÁ…

El primer peronismo y algunos retazos frondicistas no alcanzaron para entramar una burguesía como la que sí construyó Brasil a partir de Getulio Vargas. Nada más que en 7 años (2003 al 2010), Argentina comprobó en carne propia que el proceso de industrializar un país no es una quimera pero requiere continuidad de visiones y de políticas. Los números hablan en forma contundente: la participación de los trabajadores en el PBI es recién ahora la misma que encontró Héctor J. Cámpora al asumir el poder en 1973. En 1976, antes de la dictadura militar, la Unión Obrera Metalúrgica tenía 500 mil afiliados; a la salida del menemismo sólo había 75 mil afiliados al mismo gremio y en 2011 la UOM tiene 300 mil afiliados. Con un detalle de lectura fina que merece hacerse: estos 300 mil afiliados metalúrgicos de hoy equivalen a más del doble de aquel medio millón del 76, dado que el natural proceso de incorporación de tecnologías es claramente expulsivo de mano de obra. Durante los 90 las escuelas técnicas (incubadas durante aquel primer peronismo de los 40 a 50), fueron devastadas y ni hablar de cómo se comportó la matrícula en las distintas ramas de las facultades de ingeniería, al punto que es un lugar común escuchar en el sector productivo, la demanda insatisfecha de ingenieros capacitados y con experiencia para los retos que plantea una economía en expansión con tasas chinas de crecimiento. El propio Néstor Kirchner ponía nombre propio a este proceso con un continente al que le falta aún parte del contenido. El continente es ese “capitalismo nacional” del que hablaba Kirchner y parte de ese contenido faltante es nada menos que uno de los grandes protagonistas: la burguesía nacional.

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A …

En los albores de la Eco Cumbre de Rio en 1992, Naciones Unidas convocó a un grupo multisectorial de empresarios y emprendedores para analizar lo que luego sería el célebre Informe Brundtland que paralelamente y no en forma casual, generaría en el mundo económico la aparición de un libro que sintetizaba una declaración de principios como sugestivamente lo indica su título: Cambiando el Rumbo. Había nacido el concepto del Desarrollo Sustentable.

Duro es reconocer que la Argentina de hoy todavía no atravesó la puerta de la modernidad al carecer de burguesía nacional; no atravesó tampoco la puerta que la deposita en el camino del Desarrollo Sustentable, aunque ha recuperado terreno en los rudimentos de un perfil de país con industrias y en camino a la industrialización

Parir una síntesis no es cosa de todos los días en la historia de un país. Es preciso que coincidan varios factores y que un hilo conductor, un factor aglutinador, se ocupe de articular actuando como una ola sobre la cual esos factores puedan surfear. Es evidente que al igual que en otras etapas de nuestra historia como en el primer peronismo; en el 73 con el retorno de la democracia, o 10 años después con el triunfo alfonsinista y la definitiva vuelta a la normalidad institucional, ahora también están dadas las condiciones para realizar una gran síntesis que permita estructurar un proyecto que a los objetivos clásicos del industrialismo, le sume los principios de la sustentabilidad del informe Brundtland; y el alerta que pensadores como el mismo Jeremy Rifkin, trazan al hablar de los límites que el desarrollo económico tiene, si se toman los principios de la Ley de la Termodinámica, sobre todo el segundo que establece que “la energía total del universo es constante y la entropía total aumenta continuamente”. Los procesos industriales se basan en una transformación de la energía, el petróleo es hoy la base de esa transformación de los restos fósiles en combustibles que mueven casi todo lo que tenemos y ocurre a nuestro alrededor. Cuando transformamos la energía, se pierde parte de lo disponible para producir un trabajo útil y esta cantidad perdida es lo que el físico alemán Rudolf Clausius llamó entropía. Según Rifkin, la aplicación inexorable de la segunda Ley de la Termodinámica es lo que explica, por ejemplo, el colapso de una civilización basada en el paradigma hidráulico, como lo era el Imperio Romano y por extensión puede trasladarse el mismo esquema de insustentabilidad a la actual civilización apoyada casi excluyentemente en el paradigma del petróleo. La síntesis debe tener en cuenta esa hipótesis real: el crack de una economía basada en una matriz energética perimida y además dañina para la salud de los ecosistemas. Frederick Soddy, premio Nobel de Química, afirma que las Leyes de la Termodinámica deciden en última instancia el ascenso y la caída de sistemas políticos, la libertad o exclavitud de pueblos, los movimienos del comercio y de la industria, el origen de la riqueza y de la pobreza y el bienestar material de la humanidad en general.

¿Cuánta agua, aire y tierra hay en cada tonelada de comoditis agrícolas exportados? La síntesis demanda estar a tono con una nueva era y más que parir un corazón, debemos iluminar la inteligencia.

jueves, 24 de marzo de 2011

LA AGENDA AMBIENTAL PERFORÓ LA AGENDA POLÍTICA, ¿PERFORARÁ TAMBIÉN LA AGENDA ELECTORAL?



Por Gustavo Márquez

La pregunta que titula esta columna no es menor y su respuesta conduce a un lugar en el que peligrosamente, el sistema partidario necesita de una amplificación mediática. LAS FUERZAS POLÍTICAS SE HACEN ALTAMENTE DEPENDIENTES DE LOS GRANDES MEDIOS. Es lo que experimentó Proyecto Sur en las últimas elecciones a legisladores en la Ciudad de Buenos Aires. Aprovechando el malhumor social a raíz del enfrentamiento entre el gobierno nacional y la hoy extinta Mesa de Enlace, las huestes de Pino Solanas cabalgaron sobre esa grieta de la opinión pública porteña, instalando temas que paradójicamente no corresponden al territorio de la CABA: Minería y Glaciares; sojización y monocultivo; extranjerización de la tierra; defensa de los recursos estratégicos como el agua y los hidrocarburos, entre los más destacados. Son ejes sobre los que el discurso político impactó de lleno, luego de que los medios se encargaran de “sensibilizar” a la opinión pública para que se pronunciara electoralmente. La combinación fue potente y significó por ejemplo, el ocaso de Elisa Carrió como referente de la Capital y un serio llamado de atención al macrismo que no tiene en la política ambiental a uno de sus puntos fuertes, más bien todo lo contrario. A menos claro, que se piense que las artificiales playas “amarillas” que balconean el Río de la Plata, sean la expresión más excelsa de la política ambiental porteña, cosa que probablemente sea cierta. Balcones casi VIP, sobre un Río al que no se puede ingresar sin el riesgo de poner en serio peligro la epidermis y los intestinos de los aventurados balñeantes.

AMBIENTE, POLÍTICA Y ELECCIONES

Así como el conflicto con Uruguay por la instalación de la pastera UPM-Botnia y el Fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre el Matanza-Riachuelo, marcaron el ingreso de lo ambiental a la agenda política, es probable que algunos asesores de imagen y estrategas de campaña se interroguen sobre cuál sería el disparador ecológico que pueda ayudar a mejorar el desempeño electoral de un candidato. Esa percepción tan superficial equivaldría a sólo depender de una catástrofe que pueda torcer el rumbo (en el caso de la oposición) o de la ausencia de esa catástrofe que permita seguir haciendo la plancha (en el caso de los gobiernos, ya que sabido es que lo ambiental impacta primero en los gobiernos locales y luego en el nacional). Cualquiera de esas visiones es errónea ya que ignora la presencia de un actor clave en la política de hoy: la juventud y su clara preocupación por los temas ambientales. Estos últimos, son de los pocos aspectos de la política donde se observa una brecha generacional importante, basta observar encuestas de insospechada seriedad (realizadas por el ámbito académico y parte del tercer sector -ONG´s-), para advertir que los jóvenes tienen otra mirada que sus mayores sobre cuestiones como la disponibilidad de agua; la contaminación del aire; la degradación de la tierra; la disposición final de los residuos; la orientación del consumo hacia parámetros sustentables; etc. Ese es uno de los grandes desafíos para las fuerzas políticas que se proponen llegar al poder para transformar la realidad. Una realidad que además presenta algunas llaves clave en el marco de la contradicción desarrollo-deterioro ambiental y social:

· A más producción, más generación de residuos peligrosos…

· A más producción, más utilización de recursos naturales y demanda de energía (cuya curva ascendente impacta en el cambio climático, si se utiliza la matriz actual basada en el uso de combustibles fósiles)

· A más consumo, más generación de residuos domiciliarios

· A más desarrollo,… ¿menos calidad ambiental?

El debate político se enriquece con la incorporación de estos temas, que tal como alguna vez lo dijo Al Gore, “son el cimiento de la Tercera Revolución Industrial”.

QUIÉNES MARCAN AGENDA EN CADA FUERZA POLÍTICA

Históricamente, los partidos políticos argentinos han contado con sus equipos técnicos desde los cuáles salieran las plataformas electorales y luego algunos cuadros de gobierno. Energía, relaciones internacionales, economía, obras públicas, educación, justicia, defensa, han sido las áreas de desarrollo preponderantes en este contexto. Los paradigmas clásicos de desarrollo, industrialización y la visión de los recursos naturales como fuentes inagotables para las dos categorías anteriores, entraron en crisis ya en la década de los 70, pero los países de la región estaban cruzados por dictaduras primero y después, por la pesada carga de la deuda externa y la exclusión social que dominaron la escena de los 80 y 90. Esto explica por qué la región de la UNASUR tiene un retraso de 20 años en su política ambiental. La Argentina está reingresando y con mucho esfuerzo en el consenso social de que la industria es un pilar indispensable del crecimiento y que éste no siempre es sinónimo de desarrollo. Estar en el camino franco del Desarrollo, significa que toda la sociedad reciba los beneficios del crecimiento y que todo ello sea en un marco del equilibrio territorial, sin perder la visión estratégica de la importancia de los recursos naturales y la presión que sobre ellos genera inexorablemente el desarrollo. A esto debe agregarse el escenario internacional donde sólo existen intereses y no amistades. Ese es el paradigma de la sustentabilidad, que por cierto es bien distinto del que planteara Anne Kruegger, mandamás del Fondo Monetario Internacional, a comienzos de la década pasada y que en coincidencia con el default argentino, planteaba que hay países inviables (el nuestro por ejemplo), a los que había que estrangular ejemplificadoramente. Esta versión de la sustentabilidad se basa en la certidumbre de que los cementerios no devuelven los préstamos. La sustentabilidad verdadera, es la que nuestro país ha emprendido con muchísimas lecciones para aprender y en donde la variable ambiental aún es una deuda pendiente, pero no con el FMI, es una deuda con los argentinos.