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NOVEDAD EDITORIAL

jueves, 24 de marzo de 2011

LA AGENDA AMBIENTAL PERFORÓ LA AGENDA POLÍTICA, ¿PERFORARÁ TAMBIÉN LA AGENDA ELECTORAL?



Por Gustavo Márquez

La pregunta que titula esta columna no es menor y su respuesta conduce a un lugar en el que peligrosamente, el sistema partidario necesita de una amplificación mediática. LAS FUERZAS POLÍTICAS SE HACEN ALTAMENTE DEPENDIENTES DE LOS GRANDES MEDIOS. Es lo que experimentó Proyecto Sur en las últimas elecciones a legisladores en la Ciudad de Buenos Aires. Aprovechando el malhumor social a raíz del enfrentamiento entre el gobierno nacional y la hoy extinta Mesa de Enlace, las huestes de Pino Solanas cabalgaron sobre esa grieta de la opinión pública porteña, instalando temas que paradójicamente no corresponden al territorio de la CABA: Minería y Glaciares; sojización y monocultivo; extranjerización de la tierra; defensa de los recursos estratégicos como el agua y los hidrocarburos, entre los más destacados. Son ejes sobre los que el discurso político impactó de lleno, luego de que los medios se encargaran de “sensibilizar” a la opinión pública para que se pronunciara electoralmente. La combinación fue potente y significó por ejemplo, el ocaso de Elisa Carrió como referente de la Capital y un serio llamado de atención al macrismo que no tiene en la política ambiental a uno de sus puntos fuertes, más bien todo lo contrario. A menos claro, que se piense que las artificiales playas “amarillas” que balconean el Río de la Plata, sean la expresión más excelsa de la política ambiental porteña, cosa que probablemente sea cierta. Balcones casi VIP, sobre un Río al que no se puede ingresar sin el riesgo de poner en serio peligro la epidermis y los intestinos de los aventurados balñeantes.

AMBIENTE, POLÍTICA Y ELECCIONES

Así como el conflicto con Uruguay por la instalación de la pastera UPM-Botnia y el Fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre el Matanza-Riachuelo, marcaron el ingreso de lo ambiental a la agenda política, es probable que algunos asesores de imagen y estrategas de campaña se interroguen sobre cuál sería el disparador ecológico que pueda ayudar a mejorar el desempeño electoral de un candidato. Esa percepción tan superficial equivaldría a sólo depender de una catástrofe que pueda torcer el rumbo (en el caso de la oposición) o de la ausencia de esa catástrofe que permita seguir haciendo la plancha (en el caso de los gobiernos, ya que sabido es que lo ambiental impacta primero en los gobiernos locales y luego en el nacional). Cualquiera de esas visiones es errónea ya que ignora la presencia de un actor clave en la política de hoy: la juventud y su clara preocupación por los temas ambientales. Estos últimos, son de los pocos aspectos de la política donde se observa una brecha generacional importante, basta observar encuestas de insospechada seriedad (realizadas por el ámbito académico y parte del tercer sector -ONG´s-), para advertir que los jóvenes tienen otra mirada que sus mayores sobre cuestiones como la disponibilidad de agua; la contaminación del aire; la degradación de la tierra; la disposición final de los residuos; la orientación del consumo hacia parámetros sustentables; etc. Ese es uno de los grandes desafíos para las fuerzas políticas que se proponen llegar al poder para transformar la realidad. Una realidad que además presenta algunas llaves clave en el marco de la contradicción desarrollo-deterioro ambiental y social:

· A más producción, más generación de residuos peligrosos…

· A más producción, más utilización de recursos naturales y demanda de energía (cuya curva ascendente impacta en el cambio climático, si se utiliza la matriz actual basada en el uso de combustibles fósiles)

· A más consumo, más generación de residuos domiciliarios

· A más desarrollo,… ¿menos calidad ambiental?

El debate político se enriquece con la incorporación de estos temas, que tal como alguna vez lo dijo Al Gore, “son el cimiento de la Tercera Revolución Industrial”.

QUIÉNES MARCAN AGENDA EN CADA FUERZA POLÍTICA

Históricamente, los partidos políticos argentinos han contado con sus equipos técnicos desde los cuáles salieran las plataformas electorales y luego algunos cuadros de gobierno. Energía, relaciones internacionales, economía, obras públicas, educación, justicia, defensa, han sido las áreas de desarrollo preponderantes en este contexto. Los paradigmas clásicos de desarrollo, industrialización y la visión de los recursos naturales como fuentes inagotables para las dos categorías anteriores, entraron en crisis ya en la década de los 70, pero los países de la región estaban cruzados por dictaduras primero y después, por la pesada carga de la deuda externa y la exclusión social que dominaron la escena de los 80 y 90. Esto explica por qué la región de la UNASUR tiene un retraso de 20 años en su política ambiental. La Argentina está reingresando y con mucho esfuerzo en el consenso social de que la industria es un pilar indispensable del crecimiento y que éste no siempre es sinónimo de desarrollo. Estar en el camino franco del Desarrollo, significa que toda la sociedad reciba los beneficios del crecimiento y que todo ello sea en un marco del equilibrio territorial, sin perder la visión estratégica de la importancia de los recursos naturales y la presión que sobre ellos genera inexorablemente el desarrollo. A esto debe agregarse el escenario internacional donde sólo existen intereses y no amistades. Ese es el paradigma de la sustentabilidad, que por cierto es bien distinto del que planteara Anne Kruegger, mandamás del Fondo Monetario Internacional, a comienzos de la década pasada y que en coincidencia con el default argentino, planteaba que hay países inviables (el nuestro por ejemplo), a los que había que estrangular ejemplificadoramente. Esta versión de la sustentabilidad se basa en la certidumbre de que los cementerios no devuelven los préstamos. La sustentabilidad verdadera, es la que nuestro país ha emprendido con muchísimas lecciones para aprender y en donde la variable ambiental aún es una deuda pendiente, pero no con el FMI, es una deuda con los argentinos.

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