Por Gustavo Márquez
Qué hacer con la basura, es la pregunta que atormenta a gobernadores, intendentes, funcionarios locales y vecinos de los más diversos puntos geográficos del país, ya sea de Buenos Aires y su área metropolitana (la región más poblada del país), la Patagonia (la menos poblada de la Argentina), Mar del Plata e incluso las principales ciudades de la provincia de Córdoba. En la vereda de enfrente hay una menos numerosa fila de actores que no ven a la basura como un problema sino como una oportunidad enorme de hacer negocios, vender tecnologías, ofertar servicios de consultoría y sumar antecedentes para expandirse a otros mercados. Mientras los primeros (sobre todo los decisores públicos), se sienten acorralados ante situaciones inminentes de colapso, los segundos (que ven esta misma película con los ojos de un empresario), confían a ciegas en que las tecnologías solucionarán todos los problemas. Un común denominador de funcionarios y empresarios es que recurren a la comunicación cuando ya es tarde para hacerlo. En el medio hay un gran océano en el que transitan ciudadanos que no han pisado nunca un relleno sanitario, no conocen ni en fotos una planta de tratamiento de residuos, que perfeccionan a diario la cultura del esconder bajo la alfombra y tirar los residuos lo más lejos posible de su radio de acción. Esos ciudadanos que consagraron planetariamente el hallazgo más festejado en presentaciones de basurólogos y demás componentes de esa cadena de valor que es la Gestión Integral de los Residuos: el efecto NIMBY (Not in my back yard, no en mi patio trasero). NADIE QUIERE LA BASURA EN EL PATIO DE SU CASA. En Córdoba se tocaron las dos puntas del proceso: mientras los vecinos de Bower, localidad a dónde se llevaron los residuos de Córdoba Capital por años y años, lograron ponerle una fecha de cierre a ese relleno sanitario, muy cerca de allí y ante el anuncio de un nuevo sitio de disposición final con recuperación y generación de bíogas, los vecinos de Toledo se niegan a la instalación de un nuevo relleno sanitario para dar tratamiento final a esos residuos. En los sitios web de los medios locales puede hacerse un seguimiento preciso de este conflicto que tiene contra las cuerdas a un intendente maltratado por algunos vecinos en una audiencia pública. El conflicto, abarca también a una empresa estadounidense (Inviron) que está empantanada y con los mismos comportamientos de un novato atascado en el barro: cree que saldrá de la situación apretando el acelerador y sólo logra hundirse más. El episodio Inviron-Córdoba, puede ser un caso de estudio sobre todo lo que no debe hacerse en materia de comunicación ambiental e institucional y encima, exhibe dos grandes luces rojas: para las autoridades locales, hay una cuenta regresiva que marca que a nueve meses vista no hay identificado un lugar donde llevar los residuos de Córdoba Capital; para los vecinos la certeza de que algo va a pasar y lo único que quieren es que eso que pase, ocurra lo más lejos posible de sus hogares. Esta situación tan crudamente expuesta es la que se registra también en cualquier ciudad del país y los matices tienen que ver en todo caso con el poder de fuego mediático que cada región tenga. Si lo de Bower y Toledo hubiese ocurrido en el corredor de fuego del turismo de fin de semana largo (Ruta 2 a la Costa por ejemplo), esta noticia hubiese escalado ya a la tapa de los grandes medios nacionales. El problema es el mismo y está magníficamente plasmado por ejemplo, en las crónicas del colega Diego Marconetti de La Voz del Interior digital (*).
Finalmente, ¿cuál es la lección que deben extraer de todo esto, cada uno de los actores involucrados en un escenario donde “todos pierden”, para generar las condiciones objetivas de un escenario donde “todos ganen”?
Los decisores públicos, deben aceptar que intervienen sobre un tema de máxima sensibilidad social que afecta a un conjunto de variables que oscilan entre la salud pública, la calidad del aire, el suelo y el agua y la valuación de los inmuebles ubicados en las zonas aledañas a los sitios de tratamiento y disposición final de los residuos.
Los empresarios proveedores de bienes y servicios, deben entender que la tecnología (por probada y eficiente que se precie), es un conjunto de instrumentos y procedimientos muertos, si no se hacen conocer a la gente de una manera oportuna es decir en el momento justo, ni antes ni después.
Los ciudadanos, deben correrse del lugar de rehenes y evitar los prejuicios a través de expertos que le garanticen el suministro de información confiable, comprendiendo que son parte del problema y también de la solución al mismo.
Mientras, el mundo sigue girando y en tanto la sensatez vuelva a recuperar su lugar (como lo exhibe por estas horas el Caso Gualeguaychú), los periodistas debemos asumir también nuestro rol responsablemente y no inducir a soluciones idílicas. No existe el impacto cero y la gente debe saberlo, de allí a la grosería y a la imprevisión que siempre terminan con las peores consecuencias, sobre todo para los más humildes, hay una gran distancia. La misma que media entre tener una estrategia basada en la sustentabilidad y la nada, es decir lo actual.
(*)Se perdió tiempo en un debate estéril
Se invirtió el orden de la discusión: antes de conocer de manera acabada el proceso que Innviron proponía, la polémica se enfocó sobre dónde se iba a radicar la planta.
Diego Marconetti. www.lavozdelinterior.com.ar
Sobre el futuro de la basura en Córdoba, se invirtió el orden de la discusión: antes de conocer de manera acabada el proceso que Innviron proponía para generar electricidad a partir de la gasificación de los desechos, la polémica se enfocó sobre dónde se iba a radicar la planta.
Eso produjo que el debate, que ya lleva varios capítulos con idas y vueltas, condujera siempre a un punto muerto.
El punto es, justamente, la falta de información para fundamentar las posiciones en conflicto. ¿Cómo se puede estar a favor o en contra de algo que ni siquiera se conoce?
Esa situación, propiciada por errores conjuntos de los responsables de Crese y de
En ese sentido, la ubicación de la planta de Innviron pasa a un segundo plano, ya que si se hubiera aclarado lo anterior, no hubiesen hecho falta tantas idas y vueltas al respecto.
El error sólo provoca una pérdida de valioso tiempo, ya que en la zona sur los vecinos tachan los días que restan para clausurar el relleno provisorio de la ruta 36. La fecha límite es abril de 2011, por lo que quedan sólo nueve meses en los que ya se deberá tener un sistema alternativo en funcionamientoFotos: Gentileza de La Voz del Interior
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