Con la excusa de un nuevo aniversario de la muerte de Arturo Frondizi, se ha reinstalado por enésima vez el tema del Desarrollo como categoría de bandera política, ya no sólo económica. El ex presidente argentino es un puntal de ese paradigma que durante su presidencia se vinculó con otro gran tema: el petróleo. Haciendo un salto adelante en la historia política de Sudamérica, aquel matrimonio Desarrollo-Petróleo vuelve con la fuerza de un ventarrón que puede ser huracán, justo cuando Brasil da a conocer con diferencia de meses, que ha descubierto reservas estratégicas de petróleo que ya la han colocado en el selecto grupo de las 8 naciones petroleras más importantes del planeta. Según la matriz desarrollista elaborada en los años 60 por Frondizi, Brasil tendría el desarrollo a la vuelta de la esquina. ¿Y Argentina? Enredada en disputas intestinas que la distraen del gran escenario internacional. La paradoja argentina, es que a pesar de tantas oportunidades no aprovechadas, este es un país que sigue generando chances de reengancharse en los mejores trenes de la historia.
CUÁLES SON LAS NUEVAS OPORTUNIDADES PARA EL DESARROLLO
En los años 60, los hidrocarburos marcaban fuertemente la agenda del desarrollo y ahora también, sólo que entre aquella década y hoy el clima le ha pegado varias bofetadas a las economías desarrolladas y entonces, no hubo más remedio que poner las mejores cabezas a investigar qué ocurre con la variabilidad climática. Lo demás es conocido, con esquiadores que encuentran unos Alpes sin nieve, con enormes trozos de la Antártida nadando hacia los trópicos a ritmo de desintegración, con huracanes que tras besar la costa de Flolrida deciden seguir viaje hacia New Orleans y saquear como lo hubiese pretendido una banda de forajidos y terroristas islámicos, que ni Rambo puede derrotar. Por eso será que Terminator Swarzzenegger gobierna California, el estado que se propone "emisión Cero" para todas la fuentes móviles que liberan dióxido de carbono, es decir: autos, camiones y autobuses. El dióxido de carbono es el tema que cientos de miles de niños en todo el planeta están viendo con letras de molde en manuales y audiovisuales que tratan sobre el Cambio Climático y su razón de ser: el efecto invernadero, que justamente es causado por la concentración atmosférica de gases como el dióxido de carbono. También los economistas y los brokers bursátiles se han debido familiarizar con otra categoría devenida de estos fenómenos que la naturaleza le factura a la humanidad: los bonos de carbono. Para los ejecutivos de la industria automotriz ya no resulta exagerado que a diario sus compañías aborden proyectos sobre nuevas celdas de combustible, motorizaciones híbridas, reemplazo de gases refrigerantes como el freon por otros que no dañen la capa de ozono (que nada tiene que ver con el cambio climático pero impacta seriamente también en el ambiente). Hasta la menos simpática de las actividades humanas: el tratamiento y disposición final de los residuos domiciliarios, está revisando mecanismos y tecnologías para aprovechar el gas metano que se genera en los rellenos sanitarios, captarlo (en lugar de enviarlo a la atmósfera) y aprovecharlo para generar energía eléctrica. ¿Se imaginan a buena parte del sur de la ciudad de Buenos Aires, consumiendo energía eléctrica proveniente de los residuos que toda la ciudad genera?
Ninguno de estos temas figuraban en la agenda de Arturo Frondizi y su modelo desarrollista, sin embargo son hoy una realidad que demanda urgentemente a la dirigencia (política, social, económica, rural y hasta al mundo académico) de un enorme esfuerzo para agregarle al paradigma del Desarrollo, ese otro gran protagonista que es la Sostenibilidad
NO HAY DESARROLLO SI NO ES SOSTENIBLE
En la Cumbre ambiental de Río de 1992, quedó aprobado un plan de acción que hoy se conoce como Agenda 21, allí se establece que "la visión es global, pero la acción es necesariamente local". No obstante ha costado un tiempo para que los organismos internacionales se acomoden al paradigma del Desarrollo Sostenible y de la Agenda 21. San Martín de los Andes, en la provincia de Neuquén, fue el primer municipio en celebrar un contrato de préstamo directo con el Banco Mundial para la construcción de la Planta de Tratamiento de Líquidos Cloacales, gracias a la cual el Lago Lacar recuperó su buena salud biológica. No ha sido habitual que los municipios pudieran salir al mercado internacional de financiamiento para superar sus crónicos deficits de infraestructura. Desde fines de 2007, distintos inversores y desarrolladores de proyectos han puesto sus ojos sobre sectores que pueden en un futuro no lejano ser objeto de experiencias piloto sobre desarrollo estratégico local. En ese escenario no deja de llamar la atención de los observadores externos, las enormes oportunidades que se abren a nivel de gobiernos locales.
Algunas de las cuestiones ponderadas por los inversores son: 1) la seguridad jurídica que ofrece la continuidad política local; 2) la existencia de menores trabas burocráticas para impulsar negociaciones con decisores locales; 3) el rol articulador de algunas instituciones que sin ser ministerios nacionales, tienen peso político y una fuerte presencia nacional (por caso la Federación Argentina de Municipios -FAM-)
Esta historia ha comenzado a escribirse y el eje Desarrollo Sostenible- gobiernos locales es un gran desafío que necesita ser llenado de contenido político (en el mejor sentido de liderazgo y toma de decisiones correctas), capacidad técnica (para gerenciar y sacar el máximo rendimiento a las capacidades exitentes) y sobre todo: una visión estratégica de desarrollo que reconcilie a la Argentina con el sentido de planificación y armonía con el ambiente.
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