La era está pariendo un corazón,
no puede más,
se muere de dolor
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir
en cualquier selva del mundo,
en cualquier calle…
Por Gustavo Márquez
Los Indignados españoles, parecen personajes de una obra maestra de Norman Mailer o Truman Capote, esos talentos del nuevo periodismo que alguna vez nos enseñaron que el relato puede construirse en un delgado hilo, que se teje entre continuos saltos adelante y hacia atrás. Madrid y Atenas, abren sus calles para que la protesta popular se extienda como un fluido vital, entre esas venas abiertas que las sociedades española y griega muestran al mundo. Para algunos argentinos, esas imágenes solo remiten a calles que tienen el encanto del turismo hacia Las Cibeles o el Partenón. Para otros argentinos, esas imágenes representan una familiaridad con un pasado de hace una década en otras calles y lugares de la Argentina, que hoy son disfrutados por turistas de todo el mundo y donde hace 10 años dejaron sus vidas 37 argentinos reprimidos por el gobierno de Fernando de la Rúa. Nuevamente los maestros del relato periodístico novelado, nos enseñan que esos saltos atrás, pueden tranquilamente ser un salto adelante. ¿Para dónde quiere ir la sociedad argentina? Cómo en las complejas fórmulas algebraicas hay que empezar por despejar los signos del polinomio y entonces llegar más tranquilos al resultado final.
La ausencia de burguesías nacionales
Ni España ni Grecia son países industrializados. Tal como lo indica su propia historia, España fue incapaz de traducir el oro de sus colonias en un puente que le permitiera entrar en la modernidad capitalista. Esos capitales migraron de España a Inglaterra para ser con posterioridad la razón de ser de la burguesía que impulsaría la Revolución Industrial. Previo a ello, hubo un cambio de paradigma energético de lo contrario la máquina a vapor no hubiera tenido alimento del cual nutrir a toda una actividad industrial y una nueva sociedad que se formó a su impulso. El carbón vegetal fue reemplazado por el coque, llegando así al vapor y de éste al petróleo. La sociedad occidental tuvo en la burguesía al nervio motor ya sea en la Florencia renacentista, la Londres metrópolis del parto financiero o las urbes alemanas que rápidamente pasaron a procesar acero. El mundo fue otro en poco tiempo. España, esa potente colonizadora de ultramar, se había privado de cambiar sus paradigmas y abortó a su burguesía transformándola en un nonato por el que hoy paga un alto precio. La España de la burbuja inmobiliaria alimentada por igual por socialistas felipistas y populares de José María Aznar, se encontró un día frente a un espejo que le devolvió su real dimensión.
Y POR ACÁ…
El primer peronismo y algunos retazos frondicistas no alcanzaron para entramar una burguesía como la que sí construyó Brasil a partir de Getulio Vargas. Nada más que en 7 años (2003 al 2010), Argentina comprobó en carne propia que el proceso de industrializar un país no es una quimera pero requiere continuidad de visiones y de políticas. Los números hablan en forma contundente: la participación de los trabajadores en el PBI es recién ahora la misma que encontró Héctor J. Cámpora al asumir el poder en 1973. En 1976, antes de la dictadura militar, la Unión Obrera Metalúrgica tenía 500 mil afiliados; a la salida del menemismo sólo había 75 mil afiliados al mismo gremio y en 2011 la UOM tiene 300 mil afiliados. Con un detalle de lectura fina que merece hacerse: estos 300 mil afiliados metalúrgicos de hoy equivalen a más del doble de aquel medio millón del 76, dado que el natural proceso de incorporación de tecnologías es claramente expulsivo de mano de obra. Durante los 90 las escuelas técnicas (incubadas durante aquel primer peronismo de los 40 a 50), fueron devastadas y ni hablar de cómo se comportó la matrícula en las distintas ramas de las facultades de ingeniería, al punto que es un lugar común escuchar en el sector productivo, la demanda insatisfecha de ingenieros capacitados y con experiencia para los retos que plantea una economía en expansión con tasas chinas de crecimiento. El propio Néstor Kirchner ponía nombre propio a este proceso con un continente al que le falta aún parte del contenido. El continente es ese “capitalismo nacional” del que hablaba Kirchner y parte de ese contenido faltante es nada menos que uno de los grandes protagonistas: la burguesía nacional.
TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A …
En los albores de la Eco Cumbre de Rio en 1992, Naciones Unidas convocó a un grupo multisectorial de empresarios y emprendedores para analizar lo que luego sería el célebre Informe Brundtland que paralelamente y no en forma casual, generaría en el mundo económico la aparición de un libro que sintetizaba una declaración de principios como sugestivamente lo indica su título: Cambiando el Rumbo. Había nacido el concepto del Desarrollo Sustentable.
Duro es reconocer que la Argentina de hoy todavía no atravesó la puerta de la modernidad al carecer de burguesía nacional; no atravesó tampoco la puerta que la deposita en el camino del Desarrollo Sustentable, aunque ha recuperado terreno en los rudimentos de un perfil de país con industrias y en camino a la industrialización
Parir una síntesis no es cosa de todos los días en la historia de un país. Es preciso que coincidan varios factores y que un hilo conductor, un factor aglutinador, se ocupe de articular actuando como una ola sobre la cual esos factores puedan surfear. Es evidente que al igual que en otras etapas de nuestra historia como en el primer peronismo; en el 73 con el retorno de la democracia, o 10 años después con el triunfo alfonsinista y la definitiva vuelta a la normalidad institucional, ahora también están dadas las condiciones para realizar una gran síntesis que permita estructurar un proyecto que a los objetivos clásicos del industrialismo, le sume los principios de la sustentabilidad del informe Brundtland; y el alerta que pensadores como el mismo Jeremy Rifkin, trazan al hablar de los límites que el desarrollo económico tiene, si se toman los principios de la Ley de la Termodinámica, sobre todo el segundo que establece que “la energía total del universo es constante y la entropía total aumenta continuamente”. Los procesos industriales se basan en una transformación de la energía, el petróleo es hoy la base de esa transformación de los restos fósiles en combustibles que mueven casi todo lo que tenemos y ocurre a nuestro alrededor. Cuando transformamos la energía, se pierde parte de lo disponible para producir un trabajo útil y esta cantidad perdida es lo que el físico alemán Rudolf Clausius llamó entropía. Según Rifkin, la aplicación inexorable de la segunda Ley de la Termodinámica es lo que explica, por ejemplo, el colapso de una civilización basada en el paradigma hidráulico, como lo era el Imperio Romano y por extensión puede trasladarse el mismo esquema de insustentabilidad a la actual civilización apoyada casi excluyentemente en el paradigma del petróleo. La síntesis debe tener en cuenta esa hipótesis real: el crack de una economía basada en una matriz energética perimida y además dañina para la salud de los ecosistemas. Frederick Soddy, premio Nobel de Química, afirma que las Leyes de la Termodinámica deciden en última instancia el ascenso y la caída de sistemas políticos, la libertad o exclavitud de pueblos, los movimienos del comercio y de la industria, el origen de la riqueza y de la pobreza y el bienestar material de la humanidad en general.
¿Cuánta agua, aire y tierra hay en cada tonelada de comoditis agrícolas exportados? La síntesis demanda estar a tono con una nueva era y más que parir un corazón, debemos iluminar la inteligencia.