La irrupción de la bandera brasileña sobre el Río Uruguay no podía ser gratuita para algunos sectores y tal vez la primera cuota del pago de la factura, sea el Episodio Taiana. Para los diplomáticos argentinos y uruguayos la presencia de Brasil marcó siempre un límite común a ambos vecinos rioplatenses. Las causas son varias pero entre ellas hay una que tiene suficiente peso propio para dimensionar lo que hay en juego: el Río de la Plata. A fines de 1974 el Uruguay y la Argentina suscribieron el Tratado del Río de la Plata y casi un año más tarde, los mismos países signaron el Tratado del Río Uruguay. De esa forma quedaron resueltos en el marco del derecho internacional todos los diferendos limítrofes entre ambas naciones y además, se fijaban los marcos jurídicos para el uso de estos dos grandes recursos naturales compartidos. Tanto es así que de allí nacieron la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP), la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo (CTMFM)y la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), respectivamente. La historia no escrita de este proceso de normalización de las relaciones bilaterales argentino-uruguayas, dice que uno de los ejes utilizados por los diplomáticos más acuerdistas de ambas orillas, era el de considerar que cuanto antes se solucionaran los diferendos entre los hermanos rioplatenses, más lejos se estaría del escenario soñado por ciertos terceros en discordia como por ejemplo Inglaterra, que impulsaría por entonces la emergencia de Brasil como árbitro regional que dirimiera las diferencias entre Montevideo y Buenos Aires. La sucesión de acuerdos ocurridos entre 1974 y 1975, habría contribuido a desactivar la potencial presencia brasileña en la parte inferior de una cuenca como la del Río de la Plata, cuyas nacientes están en Brasil por si no se ha tomado nota.
Si nos atenemos al episodio Taiana, algo parece indicar que el ex canciller argentino fue víctima de una operación en la que coincidieron en forma agazapada dos contraataques furiosos: el de la vieja guardia burocrática de Cancillería, que no soporta la presencia de Brasil como tercer actor en el conflicto con Botnia y el del Grupo Clarín, que logra bajarle un alfil a Cristina y Néstor Kirchner, justo en el momento en el que la política exterior argentina logra, con la ley en la mano y sin reprimir, destrabar un conflicto binacional que asomaba como una encerrona difícil de sortear .
La pregunta que correspondería formularse es si Inglaterra y su petróleo manchado de sangre como el que flota frente a las aguas del Golfo de Méjico, no tienen nada que ver en esta travesura. En ese caso sería para poner al Nano y escuchar “Una de piratas”.
Brasil hacete amigo
La región del cono sur americano ha cambiado, el Mercosur primero y la UNASUR después, marcan el perfil de los nuevos tiempos y parecen hoy lejanas aquellas épocas, donde Itamaraty pregonaba su tesis de las fronteras calientes y el resto de los países vecinos, observaban a Brasil como el futuro gendarme del continente. Lula no es Garrastazú Medici, pero tampoco el Pepe Mujica es Juan María Bordaberry, ni Cristina Fernández de Kirchner es Jorge Rafael Videla. Los ejes geopolíticos se han desplazado mucho más al sur del Río de la Plata y la gran cuenca petrolífera y gasífera de Malvinas es un factor clave para una estrategia común de argentinos y brasileños. En ese nuevo eje, el Reino Unido ya no tiene espacio para trazar alianzas con Brasil como en el anterior escenario en el que la riqueza pesquera del Río de la Plata podría ser un imán para inversores ingleses y brasileños. La gran pregunta es si ese verdadero estado dentro del estado que son los cuerpos consulares de las cancillerías, se ha adaptado a estos nuevos tiempos o si por ejemplo se seguirá prohibiendo en el Palacio San Martín, el uso de la palabra “estuario”, para referirse a la desembocadura del Río de la Plata y cerrarle así el paso a eventuales reclamos de terceras banderas sobre la zona de pesca del Frente Marítimo. Estuario podría ser sinónimo de aguas internacionales y en estas últimas cualquiera pesca. Si nos atenemos al episodio Taiana, algo parece indicar que el ex canciller argentino fue víctima de una operación en la que coincidieron en forma agazapada dos contraataques furiosos: el de la vieja guardia burocrática de Cancillería, que no soporta la presencia de Brasil como tercer actor en el conflicto con Botnia y el del Grupo Clarín, que logra bajarle un alfil a Cristina y Néstor Kirchner, justo en el momento en el que la política exterior argentina logra, con la ley en la mano y sin reprimir, destrabar un conflicto binacional que asomaba como una encerrona difícil de sortear .
La pregunta que correspondería formularse es si Inglaterra y su petróleo manchado de sangre como el que flota frente a las aguas del Golfo de Méjico, no tienen nada que ver en esta travesura. En ese caso sería para poner al Nano y escuchar “Una de piratas”.