La decisión de la Academia Sueca de premiar con su Nobel de la Paz a Al Gore y al Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), deja un extenso material de análisis que no debería pasarse por alto:
- Primer Nobel ambiental. Por primera vez en su rica historia, los premios Nobel reconocen a alguna iniciativa directamente vinculada con el Ambiente
- Un premio en cabeza de unos cuantos. No es frecuente que la Academia Sueca distribuya el mérito de una premiación entre tantas personas, como ocurre efectivamente con este caso.
- Un acertada distinción de roles. Este Nobel de la Paz deja en claro que la Academia reconoce -por una parte-, la tenaz y comprometida tarea de los científicos, que desde hace años trabajan en la detección de las principales causas del Cambio Climático, sin importarles si entre esas causas están involucrados importantes intereses como por caso los de la industria petrolera. Y por otra parte, se premia al Gran Comunicador de estas certezas que brinda la ciencia: el estadista que es mucho más que un simple vocero. Gore es un estratega de la comunicación y tal vez el mejor que pudo tocarles a los jaqueados miembros del IPCC.
- Comunicación y Educación. Puede decirse cualquier cosa de Al Gore,menos que sea un oportunista en este terreno. Ya en ocasión de ser vicepresidente de los EE.UU, impulsó el programa educativo Globe que irradio urbi et orbi entre los escolares del planeta, la necesidad de trabajar con seriedad en torno a los grandes temas ambientalescomo el cuidado del agua, la preservación de los humedales, el cuidado de los habitat para no poner en riesgo la continuidad de la vida sobre la Tierra.